Postales del conflicto
vereda La Calera.
Girardota, 1999.
Un día por la tarde, ella estaba lavando afuera de su casa cuando vio a un hombre caminando por las propiedades. Luego lo reconoció en la televisión, era Vicente Castaño. Meses después, un señor bien vestido tocó a su puerta, dijo llamarse Rodrigo Zapata y le preguntó si vendía esa tierra, ella respondió que no, pero él no tuvo que insistir mucho. Le explicó que esa tierra que le había dejado su papá era estratégica y ellos la necesitaban para lo que hoy se conoce como la Sociedad Inversiones Agropecuarias del Norte S.A.
Ella aceptó con la condición de que la dejaran quedar a vivir en la casa con sus 10 hijos y Rodrigo Zapata puso el precio: 2 millones por hectárea. Sin embargo, no recibió lo acordado y no sabía si echarse para atrás. Uno de sus hijos mayores, le contó que en la Universidad había escuchado que la regla de los paramilitares era "si usted no me vende se negocia con la viuda”, entonces le dio miedo y vendió.
Se sentía insegura con los de las AUC andando con su brazalete por Juan Cojo y La Calera, y que, según se comentaba, violaban a las niñas y mataron a los hijos de su vecina. Así que se fue para Urabá donde una señora que conocía de antes, con los ahorros de las dos consiguieron una tierra, pero no sabe si lo peor que le ha pasado en la vida fue haberse desplazado o haberse metido en ese infierno en el que estuvo. Estando allá, lograron contactarla a través del celular de la mujer con la que vivía, cuando devolvió la llamada a Girardota le dijeron que necesitaban la casa porque al patrón no le servía eso así, ella no dijo nada.
Tres años después, se puso a pensar en que sus hijos eran muy trabajadores y no iba a dejar que todo se convirtiera en monte, regresó con la idea de sembrar frijol y otras cositas. Compró dos machetes, una olla atómica y dos cobijas. Cuando se instaló, apareció un señor a caballo, le preguntó qué hacía ahí y ella le respondió que era la dueña. El señor volvió con un celular y se lo pasó:
—Aló.
—Venga, ¿usted que hace ahí?
—Yo vine a quedarme.
—Si usted quiere salir con las patas pa’ delante, entonces quédese
ahí.
—Ah no señor, entonces como usted diga, yo me voy ahorita.
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