Postales del conflicto

Vereda Las Faldas

Granada, 2002.

Era la segunda vez que los desplazaban. En 2002, el ELN secuestró a su esposo por 52 horas y cuando lo liberaron, le advirtieron que se tenía que ir antes de las 7 de la mañana o los matarían. Aunque le advirtieron que se fueran todos, el único que se quedó fue su hijo y lo asesinaron seis meses después.


Cuando solicitaron el proceso de restitución en 2015, se estaba haciendo pruebas para ver si tenía alzhéimer, sin embargo, nunca olvidó la muerte de su hijo y la violencia que recibía de su esposo. Se había separado de cuerpo de él y vivía en una casa arrendada con el resto de sus hijos y nietos, ellos se encargaban de su sustento. Aunque la Unidad Administrativa Especial de Atención y Reparación Integral a las Víctimas le otorgó un apoyo económico, su esposo se lo ha quedado todo.


Ante la posibilidad de regresar a su tierra, preferiría no hacerlo, su esposo todavía le genera temor y le asusta la posibilidad de que la vuelva a lastimar, lo que quiere es acceder a servicios de bienestar, que ella y sus hijos puedan tener atención emocional, estudiar y aplicar a un programa de vivienda en su municipio.


El 8 de noviembre de 2016 se le compensó, junto a su marido, con un predio. Aunque ella accedió a todos los beneficios que otorga la restitución, la decisión del juez la ligó a su marido a través de la tierra, ahora es propietaria, pero también es más vulnerable.




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